Ya ustedes saben que miles de venezolanos que vivimos en Miami tuvimos que buscar todas las alternativas y hacer muchos sacrificios para ir a votar a New Orleans con la esperanza de un cambio positivo para nuestro país.
Desde un principio que decidí viajar pensé en recoger de la travesía, las emociones de esta experiencia y aunque tenía previsto escribir algo totalmente diferente, aquí les cuento a los que tienen curiosidad de saber cómo vivimos este fin de semana entre Miami y New Orleans cientos de venezolanos.
Tuve el placer de ir en una caravana de 3 vans con 14 personas en cada van, recorrimos 2780.94 kilómetros, pasamos tres estados, viajamos 16 horas ida y 16 de venida, la razón: Amor a la patria.
Salimos en la mañana del sábado 6 de octubre dejando nuestros hijos, algunos faltando al trabajo, con la alegría y entusiasmo de los más esperanzados.
Muchos creen que porque estamos lejos de nuestro país lo amamos menos pero, sin pretender hablar por nadie, creo que amamos a nuestro país tanto como todos los que allá viven, pero con una nostalgia que nos hace sentir una añoranza que a veces hasta puede incrementar la pasión por la Patria en la que nacimos, y es que queremos ver a nuestra gente vivir mejor.
El viaje transcurrió en algarabía, dentro y fuera del vehículo. En cada van se hacían nuevos amigos, chistes iban y venían, se escuchaban las consignas a favor de Capriles, se respiraba la alegría de poder hacer algo por el futuro de nuestro país, convencidos de que estábamos participando en un momento histórico sin precedentes en la historia venezolana. Mientras que en la carretera se iba escuchando las cornetas de otros carros particulares y otras caravanas que al encontrarnos nos saludábamos con entusiasmo sabiendo que teníamos un mismo destino y propósito.
Conductores de camiones y otros carros que no eran de venezolanos al ver nuestros letreros de “Hay un Camino”, “De Miami pa’ New Orleans” y banderas venezolanas, nos saludaban mostrando su empatía y respeto tocando sus cornetas y señales con sus manos.
Nunca podré olvidar al motorizado que con un casco pintado de tricolor, la camisa vino tinto del equipo de fútbol venezolano y una bandera de Venezuela decidió hacer semejante recorrido por sí solo.
Ya de noche en New Orleans, los venezolanos estábamos en todas las calles del French Quarter, comiendo, bailando, sonrientes nos saludábamos entre completos desconocidos sólo al saber que éramos venezolanos con un mismo sueño y una misma esperanza.
Guiados por los que conocían la ciudad recorríamos las calles con el fin de hacer algo de turismo para darle al viaje su provecho máximo. Así llegamos a un club nocturno, The Krasy Corner, el ambiente parecía bueno desde afuera, pero al entrar el impacto fue fantástico; en la tarima una joven vestida de blanco con una bandera de Venezuela brincaba mientras que en la pista de baile las gorras tricolor resaltaban entre el gentío y entre todos comenzamos a celebrar la aquella ilusión, porque si algo sabemos hacer es disfrutar y aprovechar cualquier oportunidad para armar un bonche y hacer una rumba.
Sin importar la hora de llegar al hotel, muy responsablemente en la mañana fuimos al Convention Center donde se realizarían los comicios presidenciales para que nuevamente las emociones y euforias de más de 8 mil venezolanos inundaran de algarabía las calles. Se sentía como una fiesta, se dieron encuentros entre amigos, risas y lágrimas de emoción se veían por todos lados…
Luego de tres horas y media, ejercimos nuestro deber y derecho los que estuvimos temprano, para luego enterarnos que en la tarde del mismo día 260 venezolanos no habían podido votar porque sus vuelos se habían retrasados y les cerraron el centro de votación en sus caras…
…Ya de regreso para Miami, en la carretera los rumores y datos extraoficiales comenzaron a llegarnos via twitter, facebook, msg… y comenzó a lo que le dimos el nombre de “guayabo moral”, unos lloramos, otros expresaban su frustración, desilusión, rabia… se acabó la fiesta. Llegamos a Miami a las 7 am del lunes 8 de Octubre, tristes, si, pero convencidos de que valió la pena el esfuerzo, cumplimos con nuestro deber, hicimos historia y como dijo el candidato Henrique Capriles Radonski: “el tiempo de Dios es perfecto” y ya llegará nuestro tiempo, no estamos derrotados, seguimos la batalla para lograr un mejor futuro para Venezuela.
Dedicado a toda mi familia en Venezuela. ¡Los amo!
Por María Angélica Bermúdez Moros